Yenima Díaz Velázquez
Las Tunas.- Su labor no es perfecta, es verdad, y falta mucho por hacer. Toda obra humana puede mejorarse cada día y en ese empeño ellos trabajan, muchas veces, la mayoría, en difíciles condiciones de infraestructura, y hasta lejos del hogar.
En cambio, sonríen casi siempre y no escatiman esfuerzos en la búsqueda de alternativas para curar heridas del cuerpo o del alma, para que los pacientes no tengan dolores e, incluso, para que no lleguen a enfermar de padecimientos prevenibles.
Son los médicos cubanos, los que hacen historia en policlínicos, hospitales y consultorios de todos los municipios y también los que han ido más allá del mar Caribe hasta África y América Latina fundamentalmente, a llevar salud y a traer respeto y agradecimientos.
Sus hechos, aquí o en tierras amigas, son de un valor incalculable, con sonrisas cuando se aprecian mejorías en los enfermos y con una lágrima que puja por salir de los ojos cuando ya no hay esperanzas, cuando ya no hay nada que hacer y la muerte se asoma amenazante.
Nuestros profesionales de la salud, dignos herederos del incansable Carlos Juan Finlay, reparten humanismo, ética y un extraordinario desprendimiento y son ejemplo de empeño y perseverancia, a pesar del insomnio, los riesgos de epidemias y las tantas incomprensiones.
De alma blanca, como su vestuario, los hombres y mujeres de la medicina cubana, y especialmente los de la provincia de Las Tunas, son de una generación de oro que atesora hermosas vivencias en el largo e importante camino que conduce a la salud de hoy y a la de mañana.
En esta jornada celebran el Día de la Medicina Latinoamericana, en honor al natalicio del más grande científico de Cuba, y comprometen el futuro siempre al lado de sus pacientes, construyendo un porvenir con más calidad de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario